Son pocos los sectores que pueden igualar las condiciones de funcionamiento extremas de las acerías y otras plantas metalúrgicas. Temperaturas y velocidades extremas. Cargas de choque elevadas y constantes. Polvo abrasivo, productos químicos agresivos y alto grado de humedad. Juntas, estas condiciones degradan los equipos, provocan paradas no planificadas y, como mínimo, dificultan el mantenimiento efectivo.Hoy en día, las plantas han de hacer frente a una competencia internacional y una vigilancia medioambiental igual de intensas. ¿El resultado final? La necesidad de aumentar la productividad, la rentabilidad y la sostenibilidad nunca había sido tan grande.
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